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sábado, 2 de julio de 2011

Lucha y progreso científico en la metareflexión epistemológica de Pierre Bourdieu




Rodrigo Eugui
roeugui2009@hotmail.com

El campo científico de Bourdieu no es ni un universo hermético y autárquico al estilo “mónada leibniziana”, ni tampoco el “Cielo bíblico” habitado por una suerte de semi-ángeles que interactúan, investigan y trabajan armónicamente tutelados por –y en pro de- la Verdad (científica). Más bien, es el escenario («espacio de juego») donde distintos actores sociales (escindidos en dos grupos: dominantes o hegemónicos y pretendientes o subalternos) LUCHAN competitivamente por un INTERES común: el monopolio de la autoridad científica, capital cultural específico de prestigio y reconocimiento que incluye tanto capacidad técnica como poder social (esto es, la «capacidad de hablar e intervenir legítimamente...en materia de ciencia» (1); en otro sentido, de definir los límites del campo/establecer un criterio de demarcación). Los agentes participantes desarrollarán estrategias acordes a sus estatus dentro del campo mismo (situación determinada por la “cantidad” de capital simbólico –«dominio propiamente técnico» (2) - y científico –«uso y ejercicio del poder» (3), como el lenguaje- que ellos poseyesen): el grupo de los dominantes desplegarán estrategias “de conservación” (mantenimiento del orden actual; afianzamiento y perpetuación de su hegemonía en el área), mientras que las de los pretendientes serán o bien “de subversión” (contra-hegemónicas) o bien “de sucesión” (4); en ambos casos (aún en el más radical), se exige como condición lógica-sistemática, para la efectividad del movimiento, tener un capital simbólico y/o científico considerable (denomíneselo “Efecto de retroalimentación negativa”). Así, dicho «espacio de juego», que se reconoce en-sí (a través de la elucidación descriptiva) como una lucha entre fuerzas antagónicas por la obtención de un fin específico y “supra-individual” pero que, a la vez, incita al más despiadado egoísmo (el desafío como síntesis de esa relación dialéctica interesada); deviene en un para-sí (es decir, arrancado de toda “imagen” ingenua o normativa de la ciencia y su praxis) por medio de la acción estratégica y proyectada de los agentes, quienes “vigorizan” lo que el propio campo es. La realidad que nos presenta Bourdieu, de esta manera, se encuentra enfocada en la integración de su análisis descriptivo con un modelo hermenéutico (5).
Según lo precedente, se tiene que: a) el campo científico “refleja” la estructura socioeconómica imperante (capitalista); b) se parte de una concepción antropológica “hobbesiana”. A su vez, la vinculación ciencia-sociedad es bidireccionalmente legitimadora: la primera valida (y asegura) la organización de la segunda (papel que desempeña, de modo arquetípico, la politología), y ésta oficializa el estatus epistémico privilegiado (a nivel social) de aquella. Por ello, los beneficios serán como la intersección de ambas esferas, consecuencia de las relaciones entre sus fines particulares/específicos.
La conflictividad, podría decirse, es el “élan vital” del espacio y de su actividad. Ahora bien, ¿cómo explicar la noción de progreso científico, considerando que éste es un derivado tanto del esfuerzo colectivo (“desinteresado”) como de la idea compartida de una mayor “aproximación a la verdad natural”; sin entrar en contradicción con la teoría argumentada? La apelación (e interrogación) a/de lo empírico permite al filósofo-sociólogo rechazar esta creencia «superficial» del tradicionalismo epistemológico (de corte positivista): el progreso se da porque existe la lucha. A causa de ella se establecen ALIANZAS estratégicas (por ejemplo: supóngase que un científico descubre -movido por su autointerés- que la enzima J produce cambios favorables para un organismo R; ese descubrimiento hace que otro científico -también movido por su autointerés- sintetice la estructura biomolecular de la enzima J, y un tercer científico -también autointeresado- elaborará un fármaco para contrarrestar las enfermedades del organismo R con ciertas propiedades estructurales de mencionada enzima. La consecuencia inmediata es un aumento del capital científico para los tres investigadores (6). Quizá, pertenezcan a campos distintos -uno al de la biología, otro al de la química y el otro al de la medicina- o no, mas la cuestión está en que esa acumulación: i) equipara a los actores para el logro de la autoridad científica, y ii) sustenta el dominio del propio campo -en el caso ejemplificado, podría independizar a la medicina biomolecular si la inversión fuese significativa (7) -) y se aplica la CENSURA METODICA («...a medida que el interés privado que cada agente singular tiene para combatir y para dominar a sus concurrentes, para obtener de ellos el reconocimiento, se encuentra armado de todo un conjunto de instrumentos que confieren su plena eficacia a su intención polémica, dándole el alcance universal de una censura metódica.» Y profundiza tres líneas más adelante: «...el mercado sobre el cual puede ser ubicado el producto científico no deja de restringirse a concurrentes cada vez más fuertemente armados para criticarlo racionalmente y desacreditar a su autor: el antagonismo que está al principio de la estructura y del cambio de todo campo tiende a devenir cada vez más radical y cada vez más fecundo, porque el acuerdo forzado donde se engendra la razón deja cada vez menos lugar a lo impensado de la doxa.» (8) -itálica personal-). Lo anterior es posible (y comprensible) porque: i) se incorpora y configura en la acción-carácter de los agentes un habitus concomitante al propio campo, desde la formación académica hasta la regularización institucional de su praxis (noción sintónica a la de virtud aristotélica (9)); ii) se objetiva el método científico en mecanismos y disposiciones formales («Cuando el método está inscrito en los mecanismos del campo, la revolución contra la ciencia instituida se produce con la asistencia de una institución que proporciona las condiciones institucionales de la ruptura; el campo deviene el lugar de una revolución permanente, pero cada vez más totalmente desprovista de efectos políticos.» (10)); y iii) se introduce el concepto de “capital” el cual, necesariamente, se identifica y naturaliza (recobra valor) en la pugna (11).
A diferencia de la teoría kuhneana (la cual, según el autor, es un claro “paradigma” de revolución inaugural de la ciencia inicial), la teoría bourdieuana acude a una revolución permanente; en otras palabras, a un proceso de ruptura continuista previsto, asistido y condicionado institucionalmente, animado por el conflicto constante e intrínseco (el cual eleva las “condiciones de entrada” acorde «aumentan los recursos científicos acumulados» (12)), y que tiene como “cinturón protector” (doxa) a «un conjunto de presupuestos que los antagonistas admiten como yendo de suyo, más allá de toda discusión» (13). Causa de lo anterior es la afirmada autonomía de estos espacios en conexión a otros (como la religión, la política, etc.), «capaces de producir y de satisfacer un interés propiamente científico y de mantener así un proceso dialéctico interminable» (14), hecho que no ocurre en los denominados campos de producción de discursos eruditos, dependientes de las demandas sociales y que emplean una “estrategia de falsa ruptura” para aparentar su independencia a través del lenguaje, definiendo una “jerga” que genere ese efecto ideológico (así, «...los politólogos americanos que reproducen la visión oficial del mundo social en las semi-abstracciones de un discurso normativo-descriptivo...» (15)). El epistemólogo francés denuncia este estado de las ciencias sociales, que se posicionan en -y operan desde- el modelo presentado y se muestran incapaces de trascenderlo (es decir, que no “se colocan” en el rol de sujeto cognoscente de un objeto distinto y delimitado).
Finalizando, se concluye que la sociología de la ciencia bourdieuana es una metareflexión (de cuarto orden) de la sociología de la ciencia hasta ese momento desarrollada (principalmente, la de corte positivista); que construye su objeto contra el “sentido común” y que lo configura de acuerdo a su interpretación teórica; y que aporta una nueva metodología de estudio partiendo de la “neo-objetivación” del campo y de la lucha, primer motor tanto de la actividad científica como de su progreso.

REFERENCIAS
(1) BOURDIEU, Pierre. Intelectuales, política y poder; Buenos Aires: Eudeba, 1999, pág. 76
(2) PEREZ, Edgardo. “Breve caracterización del Campo Científico” EN A Parte Rei, N°29, Septiembre de 2003, pág. 7. Enlace: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/edgardo29.pdf Consulta: 22 de mayo de 2011
(3) Ibídem
(4) Autor desconocido. Presentación titulada “Campo Científico”. Enlace: www.fcnym.unlp.edu.ar/catedras/mtiantropologia/Campo.pps Consulta: 22 de mayo de 2011
(5) Paráfrasis de PEREZ, Edgardo. Op. Cit., pág. 9
(6) Se considera el caso del descubrimiento simultáneo: a) entre investigadores con cantidad igual de capital; b) entre investigadores con cantidad desigual de capital. En (a), o bien uno de los productores sacrifica su interés individual, o bien lo hacen ambos. En (b), quien posea una mayor cantidad de capital se llevará “el reconocimiento”.
(7) Complementa en una nota al pie: «...las revoluciones inaugurales mismas...dan nacimiento a un nuevo campo constituyendo, por la ruptura, un nuevo dominio de objetividad...» BOURDIEU, Pierre. Op. Cit., pág. 98
(8) Ibid, pág. 99
(9) Véase ARISTOTELES, Ética Nicomáquea, 1179b-31
(10) BOURDIEU, Pierre. Op. Cit., pág. 97
(11) Paráfrasis de PEREZ, Edgardo. Op. Cit., pág. 7
(12) BOURDIEU, Pierre. Op. Cit., pág. 97
(13) Ibid, pág. 100
(14) Ibid, pág. 101
(15) Ibídem